miércoles, 13 de octubre de 2010

Las aventuras africanas de Calamardo (IV). Melilla la Vieja

Melilla tiene numerosos encantos, la verdad es que muchos, pero mi favorito es Melilla la Vieja. Otros tendrán sus lugares favoritos, que Melilla cuenta con muchos, pues tiene un riquísimo patrimonio arquitéctonico. Como por ejemplo un centro histórico compuesto por muchisímas manzanas repletas de edificios de un estilo modernista precioso, en lo que en su día fue el ensanche principal que se llevó a cabo a principios del siglo XX y que permitiera un desarrollo urbanístico más racional, expandiendo la ciudad más allá de los extramuros del Melilla la Vieja. Este proyecto de ensanche fue planificado por el arquitecto Enrique Nieto, supuestamente discípulo de Gaudí. Aquí, Enrique Nieto tiene poco menos que el estatus de Dios, pero con razón, porque pasear por el centro modernista de Melilla es un auténtico gustazo para la vista y muchos de los edificios más bonitos y emblemáticos fueron diseñados por él. Además, hay un elemento que se une a la belleza del centro histórico y que no es otro que su carácter decadente. Con los años, esos preciosos edificios han ido cayendo en desuso y la falta de mantenimiento les ha dado un nuevo barniz nostálgico y meláncolico que trae a la mente tiempos mejores y la idea de que cualquier tiempo pasado fue mejor, por lo menos para estas construcciones. Son la huella de un pasado (reciente) más glorioso, donde una burguesía militar acomodada tenía el poder y lo mostraba de esta forma, por lo que puedo deducir. En la actualidad, esta clase media alta militar ha sido sustuida por una clase media alta muy aburguesada compuesta por una cantidad ingente, enorme, sobredimensionada, de funcionarios públicos de todo tipo y pelaje, cuyos gustos a la hora de adquirir vivienda los ha echado fuera del centro, donde se construyen grandes casas, chalets y urbanizaciones, más acomodadas al estilo de vida de hoy en día, ya que además los funcionarios melillenses disfrutan de unas prestaciones salariales también sobredimensionadas (y que en realidad no entiendo por qué esto es así, ya lo comentaré en otra ocasión).

También es muy bonito pasear por Melilla porque descubres que en esta ciudad, aún quedan vestigios del comercio tradicional en tiendas de toda la vida, con unos nombres rimbombantes: "Barbería española", "Ferretería Moderna" y otros muchos más que no me acuerdo. El caso es que son bastante frecuentes dos adjetivos comunes acompañando al nombre de los comercios: "español/a" y "moderno/a". El primero imagino que se usa para dar cierto tono "nacional" a la tienda, evidenciando su origen. El segundo, por lo que he podido deducir, creo que en un momento determinado fue moda usarlo para indicar que la tienda había sufrido una renovación importante, o bien para demostrar su actualidad en el género que se vende. Por ejemplo, hay un restaurante que se llama "El caracol moderno 2". Lo cual evidencia, también, su antigüedad y solera, pues imagino que antes hubo un "Caracol", luego un "Caracol moderno" y por último un "Caracol moderno 2". Sobre este restaurante ya hablaré cuando toque.

También las calles principales están llenas de bazares donde encontrar casi cualquier cosa. Existe el mito, más o menos extendido, de que los precios en Melilla de los aparatos electrónicos y del oro son más baratos que en la península, pero no es así. Y si hay alguna diferencia, no es significativa. De hecho, yo me compré allí mi PS2 y el precio era exactamente igual que en la península, lo que pasa es que yo ya iba caliente con la idea de comprármela y claro, ya daba igual, aunque hubiera estado más cara, me la hubiera comprado igual. Lo que si es verdad es que la oferta en según que cosas electrónicas es más variada y sí que es posible encontrar modelos que no es fácil encontrar en la península. Por toda la ciudad hay un montón de bazares, regentados sobre todo por hindús y musulmanes, donde encontrar casi de todo y que siguen con las costumbres mas tradicionales: a ver en qué tienda de la península compras un simple transistor y el dependiende, con toda la paciencia del mundo, lo saca de su envoltorio, le pone pilas, lo prueba delante de tí, y vuelve a meterlo en su caja exactamente igual que estaba.

Desgraciadamente, cada vez es más mayoritaria la presencia de franquicias, como ocurre en cualquier otro sitio, que está desplazando el comercio tradicional melillense. Pero imagino que ellos también querrán beneficiarse de las ventajas de estas tiendas, digo yo.

Hay mucho que contar en relación con este proyecto de ensanche, pero como he dicho antes, no es mi intención hacer un recorrido histórico por la ciudad. Quien esté interesado, puede usar Google y encontrará muchísima información: por qué son tan anchas las calles, la historia del parque en forma de cañón, por qué hay una figura en dicho parque mirando al Guru Gú.... Pues hala, a buscar.

Este post creo que va a ser sobre todo gráfico, pues lo mejor es que se vean los encantos de esta parte de Melilla la Vieja. Lo poco que voy a escribir se basa en lo que he ido conociendo de la ciudad y las historias interesantísimas que me cuenta mi suegro, que ha vivido siempre en Melilla. No es ni mi objetivo, ni mi intención, hacer un recorrido histórico por Melilla (insisto, que luego viene un melillense, lee esto y me pone de vuelta y media porque no he contado toda su historia AL DEDILLO, que yo sé como son y la susceptibilidad que se gastan), como tampoco quiero hacer un catálogo turístico de nada. Sólo comentar mi pequeña experiencia por si a alguien le resulta de interés.

Para entender el verdadero contexto en el cual situar Melilla hay que tener en cuenta que, durante buena parte de su historia, Melilla, más que una ciudad, era una plaza militar, con las restricciones que esto conlleva. Según me cuentan, en la primera etapa del Franquismo, la más dura, por su carácter militar en Melilla no hubo libre circulación de personas y no era fácil llegar, ni siquiera para los familiares de los civiles que vivían aquí ganándose la vida sobre todo al servicio del numeroso destacamento militar que había en Melilla.

El caso es que la ciudad aún mantiene un marcado carácter militar, pues aunque se han desmantelado muchos cuarteles, aún quedan un montón. Además, hay ciertas rutinas militares que aún es posible observar al pasear por melilla y la presencia militar, aún es importante. A ver, no es que te encuentres con tanques aparcados en la acera, mientras se toman un carajillo, no. Pero sí que es posible que escuches algún corneta tocando el himno de España mientras se arría o se iza la bandera. Bueno, cornetas ya quedan pocos, en todo caso será una  grabación, pero la cosa queda de todos modos muy típica y curiosa. No pienso hablar de los restos de ciertos monumentos y estatuas de origen franquista. Quien quiera llevarse las manos a la cabeza, allá él con su ignorancia, pero insisto en lo que he dicho antes: aunque ahora Melilla es una ciudad abierta, la mayor parte de su historia ha sido una plaza militar y la vida ha estado girando completamente al ritmo de los militares, y eso explica muchas cosas. Que cada uno piense lo que quiera.

En otras cosas donde aún se nota la influencia de las rutinas militares en los ciudadanos (tampoco es que influyan mucho, es simplemente que esto permite ver cosas que en otros lugares es imposible) es en el abastecimiento de las plazas militares que aún se encuentran diseminadas por pequeños islotes del norte de África, como por ejemplo, las Islas Chafarinas. Las Chafarinas, se encuentran más al este, como vimos en un post anterior y de vez en cuando, el helicóptero que lleva los suministros viene y va desde Melilla, el cual es de esos espectáculares, tipo "Chinook", con dos hélices en la parte superior, y que hace un ruido del copón. La base la tiene en un cuartel situado en una de las colinas que rodean Melilla, y en esta foto podemos ver cómo lo cacé mientras hacía la maniobra de aterrizaje. La verdad es que es bastante espectacular.



Pues bien, vamos a lo que vamos. Melilla la Vieja es un recinto fortificado que se construyó en una pequeña península rocosa que, como tal península, estaba pegada al continente africano por uno de sus lados, que en su día, luego volveremos a ello, fue también su principal acceso. Es una auténtica ciudad amurallada con el objetivo de asegurar su protección tanto desde los ataques provenientes del mar, como de los de tierra. Con el paso del tiempo, al recinto principal y original, se le unieron otros tres más, llegando a constituir un complejo amurallado bastante grande, y que resulta muy agradable de pasear. En la actualidad, es completamenta visitable el primer recinto, donde hay casas habitadas por civiles y la vida transcurre de forma habitual (de hecho el que escribe esto se casó en la iglesia ubicada aquí) a lo que hay que sumar varios museos (todos, todos, todos, de gran interés) y un tesoro escondido en el subsuelo que recomiendo vívamente ver si se visita Melilla: Las cuevas del Conventico (lo siento, no tengo fotos). Estas cuevas son unas galerías subterráneas que recorren buena parte de Melilla la Vieja, a varios niveles de profundidad, y que eran el resguardo principal para la población civil durante los períodos de asedio de la ciudad. Es un auténtico placer recorrerlas y si te toca un guía que sepa completar su texto aprendido de memoria con anécdotas reales, como fue el caso de mi primera visita, entonces es algo inolvidable. Si vas a Melilla no te lo puedes perder, de verdad. Y es que como toda ciudad fronteriza, Melilla tiene una amplia y complicada historia, que evoca un sinfín de batallas, luchas y asedios.

Para ver más información y fotos de las Cuevas del Conventico, visita este blog. Recientemente he encontrado otro blog muy interesante donde no sólo se habla de los aspectos que para mí me resultan más interesantes de Melilla, sino que además la opinión de su creador es muy similar a la mía en algunos aspectos. Recomiendo su visita.


Por cierto, estas cuevas son hoy día visitables porque durante los últimos 15-20 años se ha llevado a cabo un proceso de restauración casi al completo de este primer recinto. Restauración que, todo sea dicho, se ha realizado con un gusto exquisito y que fue merecedora de un premio europeo muy importante que se da a este tipo de trabajos y que ahora no me acuerdo cómo se llama (el premio). Da igual. La verdad es que el trabajo de recuperación es excelente y ha merecido la pena hasta el último céntimo (o peseta) invertido. Recientemente, se ha restaurado el segundo recinto, que es ahora tambien visitable en una buena parte, y creo que ahora se está trabajando en el tercero y se esta llevando a cabo la restauración de uno de los frentes del primero, que por su ubicación, era la más complicada e imagino que más compleja técnicamente hablando. Cuando esté todo terminado se ofrecerá un conjunto increible de gran belleza y que no entiendo como Melilla no lo convierte en un reclamo turístico de primer orden. Es otra de las cosas que no entiendo del carácter melillense: pillan unos rebotes tremendos porque en la península apenas se les conoce a ellos ni a su realidad, pero la verdad es que no mueven ni un dedo para cambiar esta situación.

Las fotos que a continuación pongo son sólo una parte del primer y segundo recinto. En Melilla la vieja hay un millón de rincones donde perderse, es imposible ponerlos todos. Y sólo es posible darse cuenta de su dimensión real si la visitas, algo que aconsejo vivamente. Coged palomitas y disfrutad de las fotos que buenamente he hecho en una tarde donde la brisa del mar permitía recorrer las calles sin sudar mucho. Un buen amigo mio uruguayo me dijo un día que hay sitios tan bellos que aunque la cámara se te caiga al suelo y se dispare sola, la foto que saldrá será preciosa. Pues bien, éste es uno de los casos.

Panorámica desde el barco

Frente y puerta de la Marina. En su momento, daba al mar.


















Mis rincones favoritos


 
Plaza de la maestranza. A la derecha, las puertitas pequeñas, son el acceso a los aljibes que abastecían a la ciudad y almacenaban el agua de lluvia. Enfrente, puerta que lleva al túnel de Santa Ana, y a las puertas de Santa Ana y Santiago. Enfrente, a la izquierda, acceso desde la Puerta de la Marina.

 
Escalinata que comunica la Plaza de la Maestranza con la Plaza de Estopíñán, en un nivel superior.

 
Misma escalinata, vista desde arriba, más o menos a la mitad.

 
Uno de los accesos a las dependencias donde se encuentra el sistema de limpieza del agua de los aljibes

 
En esta sala, que pertenece a los aljibes, se filtraba el agua de lluvia antes de pasar al depósito principal.

 
Depósito principal donde se almacenaba el agua. La altura es de unos 20-30 metros, más o menos.

 

 
La que en su día fue la puerta principal del recinto y que hoy comunica con el baluarte de Santiago y el segundo recinto. El baluarte de Santiago hubo de construirse anexo a esta puerta como medida de seguridad, ya que puede verse que desde el exterior (desde donde está tomada la foto) eran vulnerables los soldados que se encontrasen en la Plaza de la Maestranza (al fondo del túnel).

 
El Baluarte de Santiago es un elemento arquitectónico defensivo, un túnel en forma de U, con un recodo que protegía el interior de los ataques exteriores. Fue anexado a la puerta de la imagen anterior a la que se llega por la puerta de la izquierda de esta foto. A la derecha se llega a la puerta de Santiago propiamente dicha.

 

 
Exterior de la Puerta de Santiago, que en su día daba al exterior. Hoy día comunica el llamado primer recinto con el segundo, la Plaza de Armas, a través de un puente sobre el foso de Santiago.

 




Interiores del Baluarte de Santiago

 
 
El puente de Santiago sobre el foso del mismo nombre. Al construirse el baluarte, como medida defensiva adicional, se cortó a pico la parte del terreno que unía la pequeña penñinsula donde se asentaba Melilla la Vieja con el continente. Es decir, ese foso es artificial.
 
 
El foso de Santiago lleva a una pequeña calita de nombre tan sugerente como "Ensenada de los galápagos". A la derecha se puede ver el llamado "Frente de Tierra" perteneciente al primer recinto, que están reconstruyendo ahora. Impresiona ver los andamios colgados sobre los acantilados
 
 
Parte del tercer recinto, ahora mismo en reconstrucción y que aún no se puede visitar (le tengo ganas....). Ese puente comunica con el segundo recinto a través de un lugar con el evocador nombre de "Puerta de las cinco palabras" (el nombre es genial, ¿a que sí?)
 
 

Volviendo al primer recinto, y pasando por el túnel de La Marina que se encuentra en la Plaza de la Maestranza, llegamos a una de las puertas principales de Melilla la Vieja, La Puerta de La Marina, que en su día comunicaba con el embarcadero.

 
 

Aunque no puede apreciarse bien, en esta foto se ven los cuatro recintos. El primero, en rosa, el segundo, en verde, el tercero en naranja y el cuarto, más a la izquierda, en rosa claro. Puede verse cómo la ciudad original fue creciendo hasta que hubo de hacerse el ensanche de principios del siglo XX. Marcado en un cutre trazo en rojo, las zonas fotografiadas. Como puede observarse, queda mucho por ver en Melilla la Vieja.
 
Bien, una vez que bajas por la Puerta de la Marina hacia la ciudad, y con el calor que hace, y ya con la noche encima, resulta que te encuentras con otro sitio para mí indispensable de Melilla, uno de mis rincones favoritos, sino el que más, donde descubrir otro de sus tesoros, en este caso que se puede comer, y reponer fuerzas para seguir paseando. Hmmm qué rico, ¿no hueles a comida?


Otros capítulos
Las aventuras africanas de Calamardo (I).El viaje en avión
Las aventuras africanas de Calamardo (II). El viaje a Melilla en barco (1)
Las aventuras africanas de Calamardo (III). El viaje a Melilla en barco (y2)
Las aventuras africanas de Calamardo (V). Toca comer y te regalo la receta del auténtico pinchito moruno

4 comentarios:

traspi dijo...

Hace tiempo vi un reportaje sobre Melilla que me sorprendió porque no esperaba que fuese tan bonita. Me gustaría conocerla pero viendo tus post sobre los viajes en avión y en barco creo que va a ser difícil.

Calamardo dijo...

Yo si te recomiendo que hagas ese viaje si te apetece, pero que lo hagas desde Malaga. La diferencia con el barco de Almeria es bastante grande, y de hecho el unico viaje del que guardo un grato recuerdo es uno en el que coincidio que ese barco hacia el trayecto Almeria-Melilla. Te sacas un camarote para los cuatro y vas tan agusto.

De verdad que Melilla merece un viajecito y pasar alli unos dias muy agradables.

Anónimo dijo...

Hola!
Aún estas, lo digo por la fecha... Me ha hecho muchísima graciamtus comentarios sobre los restaurantes... Porque coinciden plenamente con los kmios, y eso que fui el veano pasado y este repito!
Te ha faltado ir a La gaviota!

Bueno no sigo escribiendo por si este blog esta caducado, aun así no me olvidaré de darle recuerdos de tu parte a La pergola😜

Anónimo dijo...

Gracias por pasarte por aqui, leer y dejar un comentario. El blog no se actualiza, pero sigo pendiente de el.

Yo estoy preparando mi visita anual a Melilla, lo de los restaurantes para mi es un caso perdido, pero mientras sigan existiendo Los Polillas, El Sevilla, El sadia o los sitios de El Real, por mi los restaurantes como si no existieran. Eso si, jamas de los jamases volver a la Pergola.

La gaviota no he estado nunca, pero me suena mucho su nombre.

De nuevo gracias por pasarte.

Calamardo