lunes, 27 de septiembre de 2010

Mis recetas favoritas: pescado al horno a mi manera y "ensalada verde"

¡Oooh! los fines de semana. Esos dos días donde (algunos) podemos aparcar nuestras preocupaciones laborales diarias para poder dedicarnos a las cosas que nos gustan, como por ejemplo cocinar, leer pasear, hacer deporte... bueno, esto no, por lo menos por mi parte, que la última vez que hice deporte creo que fue allá por el año 1994. Que yo sólo veo el deporte por la tele y tiene que ser sentado, que si no me canso. De hecho el deporte que más me gusta es la Fórmula 1, que van sentados... con eso lo digo todo. El caso es que con las prisas del día a día y el poco tiempo disponible que uno tiene para comer, al final la comida se convierte en un pequeño gesto de subsistencia y zafarrancho de combate sálvese el que pueda; donde hay que buscar aquellas recetas que se puedan hacer de un día para otro, sin que la calidad de la preparación se vea muy alterada. Yo tengo la suerte de comer en casa todos los días, pero durante mucho tiempo me ha tocado ir de tupper al trabajo y aquí es donde tienes que deshechar muchas recetas ya que no todas valen para poder llevarlas al curro a diario.

Uno de los alimentos que más se resienten en este sentido (hacerlos de un día para otro, y encima llevarlo en un tupper) es el pescado. La única manera de poder comerlo es hacerlo en algún tipo de salsa, para que no quede demasiado reseco y en mi opinión, hacerlo a la plancha no es ni siquiera una opción, ya que desde el momento de cocinarlo hasta que se come pasa mucho tiempo, y encima, si se pasa por el microondas para calentarlo un poco, el engrudo resultante puede llegar a ser realmente indigesto. Una forma que sí que podría ser válida es freir el pescado con pimientos, como hace de forma magistral la Sra. Tentáculos, sobre todo con el jurel (también llamado chicharro) o caballa, con un resultado de extraordinario sabor que se acrecienta si se deja de un día para otro. Eso sí, se pierde la textura del pescado recién frito, pero se gana en sabor que aporta el pimiento y que se ve aumentado en el pescado con el paso de las horas. También es un bocado exquisito prepararse un bocata con este pescado frito de un día para otro, ¡si, un bocata! ya que en el pan se pone una base hecha con el pimiento, sobre el que se pone el pescado, convenientemente limpiado de espinas, evidentemente. Desgraciadamante yo no tengo la habilidad de la Sra. Tentáculos a la hora de hacer el pescado frito con pimientos, y como los resultados conseguidos han sido siempre bastante frustrantes, pues hace tiempo que he abandonado la idea de cocinarlo de esta manera.

Por estas razones, y otras más, cuando llega el sábado y el domingo, uno tiene la oportunidad de hacer comidas un poco más especiales aprovechando que se dispone de más tiempo, y en mi caso el pescado se convierte en un alimento que adquiere especial presencia en el menú. Hoy traigo una receta que suelo hacer con bastante frecuencia pues el pescado se me queda como a mí me gusta, y es una forma de elaborarlo que un día se me ocurrió hacerla así. Con el tiempo he descubierto que en algunos restaurantes (sobre todo gallegos y sidrerías vascas) lo hacen de una forma similar, y de todos estos sitios he logrado averiguar algunos truquis que han venido a enriquecer mi receta inicial. No es una receta especialmente original ni en su planteamiento ni ejecución, pero yo la considero mía y creo que me queda bastante bien. Además, es perfectamete comible de un día para otro en el supuesto de que queden sobras.

Además, voy a dar la receta de un acompañamiento o guarnición que yo creo ideal para pescados al horno o la plancha, que he tomado del recetario particular de la Sra. Tentáculos.

Pescado al horno a mi manera
Bien, la receta que doy a continuación yo la he probado con diferentes pescados y en todos ellos los resultados han sido bastante buenos: corvina, besugo y lubina. Es mejor que el tamaño de las piezas sean grandes, pues yo creo que se obtiene más calidad, con una pieza de kilo y medio de peso hacia arriba. Se podría hacer con la típica lubina de piscifactoria, sin problemas, pero creo que queda mucho mejor en pescados de mayor tamaño y por lo tanto carne más jugosa. Por el tipo de receta, en mi opinión, un pescado como la dorada, sea cual sea su tamaño, no es el aconsejado, pues por su tipo de carne no se adapta bien al sabor de la salsa. Yo la dorada la suelo hacer bien a la sal, o a la plancha abierta por la mitad, donde creo que se obtiene un mejor aprovechamiento del sabor y la textura más grasienta de este pescado.

Bien, vamos a por los ingredientes.

- Pieza de pescado (lubina, corvina, besugo, o similar) de más de un kilo y medio de peso. Limpio y abierto por la mitad y con la espina a un lado (así es como lo hago yo).

- Una cabeza de ajos.

- Granos de pimienta negra.

- Vino blanco de mesa.

- Una hoja de laurel.

- Una gundilla (opcional) en lonchitas. Yo no la uso, pero entiendo que si se utiliza dará buen resultado. Como en mi caso no quiero tener "accidentes" con la pequeña Calamardita, pues prefiero no usarla.

- Aceite de oliva virgen extra y sal.

Lo primero es preparar el horno, el cual precalentaremos al máximo mientras preparamos lo que será la salsa. Se coge una cabeza de ajos y se limpian los dientes, cortándolos en trozos relativamente grandes, como si fueran dados de un parchís. En una olla se hecha un buen chorreón de aceite de oliva virgen extra que se pondrá al fuego para calentarlo mínimante. Aquí está uno de los secretos, pues se echan en el aceite los dientes de ajo previamente pelados y cortados de la forma indicada, con el objeto no de freirlos, ni de que doren, sino de confitarlos. Se busca que el ajo casi se cueza en el aceite, de una forma lenta y reposada, por lo que el aceite no deberá de coger, ningún caso, mucha temperatura. Lo ideal es que lo hagas al mínimo en el fuego más pequeño de tu cocina. Pasados unos minutos, echa en la olla una hoja de laurel y unos granos de pimienta negra, y deja que se haga poco a poco, tapando la olla, pero dejando un pequeño resquicio por donde salga el vapor, evitando que el aceite coja más temperatura de la deseada.

Cuando veamos que el ajo se encuentra ya casi cocido y ha tomado un color ligeramente marrón, añadimos un generoso vaso de vino blanco y taparemos la olla, en este caso sí, para que la preparación haga un licgerísimo chup-chup que provocará que la salsa se vaya espesando de forma progresiva. En el último momento, si se desea, puede añadirse una pizca de harina (apenas con la punta de los dedos) para ayudar a que la salsa coja la consistencia que se desea y ligue bien. Se reserva.

Cogemos el pescado, que habremos puesto en un recipiente (preferentemente de barro), salamos al gusto y echamos un chorreon de aceite de oliva virgen extra. Como he dicho antes, habremos precalentado el horno al máximo, y cuando veamos que se apaga el indicador que señala que se ha llegado a la temperatura adecuada, ponemos a funcionar el grill. En ese momento metemos la bandeja con el pescado en la ultima ranura, lo más pegado posible a la parte superior (sin que toque el grill, claro). Lo dejamos ahí unos 10 minutos y pasado este tiempo se saca el pescado del horno y se riega generosamente con la salsa que tendremos ya preparada esperando en la olla y volvemos a meter el pescado otros 5 minutos más (los tiempos son aproximados, cada uno, que lo haga al gusto).

Yo no soy experto en la preparación de alimentos, pero me baso en lo que veo y en mi propia experiencia: si una cosa me gusta como queda la vuelvo a hacer igual; si no queda bien pues lo intento mejorar y si la cosa sólo sirve para empeorar, pues a otra cosa mariposa (que es lo que me pasa con la tarta manzana, que siempre me quedaba con sabor a jarabe de la tos, así que deje de hacerla; cuando me apetece comerme una, pues la compro). Este pescado antes lo hacía de otra manera, pero me he dado cuenta de que haciéndolo así es como más me gusta. Yo imagino que al estar asándose a máxima potencia y sólo con un poco de aceite por encima, se consigue tostar ligeramente el exterior. Además, una vez que se saca y se riega con la salsa, y vuelve a  meterse, yo pienso que lo que se consigue es que la carne del pescado, que esta al máximo de temperatura absorva parte de esta salsa consiguiendo así que se impregne bien de los sabores. En mi opinión, el pescado queda jugosísimo por dentro debido a esta rehidratación, y un poco tostadito por fuera, con una salsa que quita el sentío.


Antes le echaba la salsa a la vez que lo metía inicialmente en el horno, de la misma forma: precalentándolo al máximo y luego enchufándole el grill, pero no conseguía, evidentemente, el dorado del pescado pues la salsa lo hidrataba constantemente. Además, podía darse el daño colateral de que algún ajo extraviado quedara quemado por la acción del grill, con lo cual podía añadir un sabor amargo no deseado.

Lo bueno de hacerlo de esta manera es que, por una parte, si sobra algo de pescado al día siguiente estará igual de jugoso y, además, si nos ha sobrado algo de salsa que no hemos utilizado en la olla, puede congelarse y usarse para otra ocasión en la que hayamos cocinado un pescado a la plancha y queramos enriquecerlo de alguna forma.

Ensalada verde
Bueno, en mi casa de Fondo de Bikini se la llama "Ensalada verde" o "Ensalá verde" con acento de Fondo de Bikini. El verde es por los pimientos. Pero es probable que en otro sitio se la llame "Ensalada roja", porque tambien lleva tomate. Vete a saber. Si alguien que lea esto es capaz de dar otro nombre con el que es conocida, que lo ponga en los comentarios. Es la típica ensalada de tomates y pimientos que se hace por la zona de Murcia y Almería, donde existe una rica huerta que suministra productos frescos de gran calidad. Existe otra variante, de la que hablaré luego, que también es muy rica y que se la conoce como "Ensalá asá" ("asá" de asada, en dialecto Fondo de Bikini, no "asá" de "así").

Bien, para hacer esta "Ensalá verde" necesitaremos:

- Pimientos para freir, del tipo que comunmente se conoce como "italianos".

- Tomates maduros.

- Uno o dos dientes de ajo.

- Comino picado.

- Aceite de oliva virgen extra y sal.

Comenzamos poniendo los pimientos en una plancha para que se vayan haciendo, y  los cubrimos con una tapadera. No importa si parece que se queman, pues luego retiraremos la piel. Los tomates se meten a cocer, a fuego muy suave en una olla con agua. El agua no debe romper a hervir, pues entonces el tomate terminaría rompiéndose y deshaciendose, sino que debe hacer un ligero chup-chup... Una vez que los pimientos están en su punto, se meten en una bolsa limpia para que vayan "sudando" y luego sea más fácil quitarles la piel. Yo para esto uso unas bolsas que éncontré en el Lidl para bocadillos, resulta que las compré por error pensando que eran otra cosa y ahora para mí son imprescindibles para congelar y otros usos. Además, al ser bolsas que se pueden usar para conservar alimentos, me permite aprovechar el juguito que los pimientos echan durante el tiempo que están metidos en ellas, ya que este caldito vale su peso en oro y lo echo a la ensalada, para que aporte más sabor. Los tomates tambien se sacan del agua cuando estén hechos y se reservan en un plato. Una vez que tenemos los pimientos y los tomates pelados, se desmenuzan en trocitos y se mezclan en un recipiente.

Por otra parte, en un mortero picamos un par de dientes de ajo y un puñado de cominos y cuando esté todo bien picadito, con una cuchara sacamos una o dos porciones generosas de la mezcla de pimientos y tomates y la echamos en el mortero, removiendo bien la mezcla y machacando un poquito los tomates y los pimientos; acto seguido se echa sobre el resto de los tomates y pimientos esta mezcla, a la que añadiremos aceite de oliva virgen extra y sal al gusto. Se mueve bien para que la mezcla sea homogénea. Mi recomendación es introducirlo un par de horas en el frigorífico, para que esté a temperatura ligeramente superior al ambiente, ya que en mi opinión, la ensalada pierde mucho si se come templada (recien hecha) o excesivamente fría, ya que el frescor del frigorífico se come parte del sabor. El secreto de esta ensalada está sin duda en el majado del ajo con el comino, que aporta unos matices de sabores con clara reminiscencia árabe. Pruébala que te sorprenderá.


La variante que antes he comentado de "Ensalá asá", es igual pero con dos diferencias importantes:
- No hay majado de ajos y cominos.
- Al pimiento y el tomate se le añade, en crudo, una cebolla finamente cortada. Opcionalmente, ademas de la sal y el aceite, se puede usar el vinagre para condimentarla.

Ambas, la ensalada verde y la "asá" son ideales para poner encima de una buena rebanada de pan solo, o previamente huntado con ali oli, o como acompañamiento de los mejillones al vapor, rellenando la cáscara de los mismos. También es ideal con patatas fritas cortadas en tajos (como las típicas patatas bravas que ponen en Madrid) y servirlas acompañadas de esta ensalada, juntas y revueltas con ella.

Con esta comida yo prefiero una buena cerveza fría a un vino blanco. Los blancos no son especialmente mis favoritos y sólo me resultan buenos los de Rueda, pero para mí, en ningún caso, son comparables a una buena cerveza, así que por mi parte prefier regar esta comida de esta forma.

Que aproveche

jueves, 23 de septiembre de 2010

Nueva sección: contacta conmigo

Hola:

aprovechando las últimas tecnologías, en Soycalamardo.blogspot.com, hemos tirado la casa por la ventana y hemos abierto una cuenta en Gmail... casi nada.

Si quieres contarme algo sin pasar por los comentarios, cualquier cosa que te daría verguenza contarla en público, secretos inconfesables o simplemente necesitas consejos amorosos, escríbeme:

soycalamardo @ gmail. com

En las secciones de la izquierda tambien lo tienes....

Espero tus correos!

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Receta express: tosta de ahumados

Compramos una tarrina de esas de ahumados que llevan bacalao y salmón desmenuzado.

Rallamos un tomate maduro y lo ponemos sobre un cuenco o plato con fondo.




Lo salamos ligeramente y removemos bien.

Echamos sobre esta capa de tomate el bacalao y el salmón troceados.

Espolvoreamos con perejil recien picado y echamos un chorreón de aceite de oliva virgen extra.


Abrirse una cerveza bien fría.

Puede presentarse en la mesa en el mismo plato y que cada uno se sirva sobre su pan, o directamente sobre la tosta de pan recien tostada.

Ideal para un aperitivo rápido y sabroso.

Pues ya está. Que aproveche.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Las aventuras africanas de Calamardo (II). El viaje a Melilla en barco (1)

Aviso para navegantes despistados y despistadas: algunas fotos de estos reportajes sobre Melilla tienen el sello "Calamardo". Son para indicar que son hechas por mí y diferenciarlas de otras que pueda haber encontrado por ahí. Si alguien, por alguna extraña razón, quisiera alguna de las fotos sin el sello, sólo tiene que pedírmela a través de los comentarios.

El barco de Chanquete.
Los últimos viajes a Melilla los hemos hecho en barco. Afortunadamente, el ayuntamiento de la ciudad ha firmado un convenio con la empresa que realiza los trayectos (Acciona-Trasmediterránea) para que aquellos que en su día nacieran aquí o hubieran sido residentes en alguna ocasión, puedan disfrutar de unos precios reducidos como si fueras ciudadano melillense, los cuales tienen descuentos especiales en sus desplazamientos. Yo nací en Fondo de Bikini (Almería) pero por motivos económicos hubo una época en la que me empadroné en Melilla durante un tiempo. El motivo económico se llama Ford Focus.

Uno se da cuenta de que a su alrededor siempre hay alguien que se aprovecha de las circunstancias para sacar partido a alguna historia oficial y sacarle algo de pasta a cualquiera de las administraciones públicas que nos rodean. De hecho son los propios funcionarios de dichas administraciones los que más se aprovechan de esta situación pues conocen todas las triquiñuelas y veriqüetos legales. Asi que llegado el momento de comprarse un coche, pense: "¿Qué coño?" y me empadroné en Melilla aprovechando que la churri era de allí. Pero eso no significaba nada, yo seguiría teniendo a Fondo de Bikini en mi corazón. Pero claro, un corazón que a partir de ese momento viajaría en un coche en el que me iba a ahorrar el IVA. Porque ésa fue la razón. En la compra de coches en Melilla te ahorras el IVA, que es una pasta ahora y lo era antes. No sabría decir con exactitud qué cantidad de dinero me ahorré con esta operación, pero imagino que varía entre los 2000 y 3000 euros, no sabría concretar más.

Pero ojo, esta operación tiene una doble cara. El ahorro se produce porque el coche no pasa la aduana y te ahorras este dinero. Eso no quiere decir que el coche no lo puedas traer a la península, claro, el coche puede circular perfectamente (si tienes los demás permisos en regla, obviamente) pero no ha pasado la aduana. Esto tiene el problema de que si yo quiero venderlo ahora que vivo fuera de Melilla, debo pasar por este trámite, con lo que lo que me ahorré en su momento, lo pagaría ahora. Así que hay que tener en cuenta este dato. También puede darse el caso de que pactes con el posible comprador la paga de este peaje, o lo pagues tú, pero eso ya son historias mas particulares.

Pero bueno, dejemos atrás este tema y volvamos al viaje en barco. Cuando uno habla de un viaje en barco desde la península hacia Melilla lo primero que te viene a la mente es un maravilloso crucero por el Mediterráneo, en un barco espectacular, repleto de placeres terrenales. Pero no. Eso lo puede pensar alguien que no ha tomado el ferry Almería-Melilla-Almería operado por Acciona-Trasmedieterránea, porque lo que es a mí, lo primero que me viene a la cabeza es un viaje clasificado como MPM (Menuda Puta Mierda). Y con todos los respetos hacia la empresa que hace los viajes (respeto que ellos no muestran hacia los viajeros, o por lo menos podrían demostrar que lo tienen respondiendo a las quejas que se realizan desde su web) mi primer pensamiento sobre el barco que hace este viaje es: vaya una mierda de basura apestosa tercermundista.

Open your mind, my friend
Para entender la verdera dimensión de lo que supone un viaje en barco desde Almería a Melilla, tengamos en cuenta los siguientes datos:

- Distancia entre Almeria y Melilla (aproximadamente): 200-220 km.

- Duración aproximada del viaje Almería-Melilla: 7 horas.

A la vista de estos hechos dos pensamientos nos asaltan de forma inmediata:

- ¿A qué mierda de velocidad viaja este cascarón apestoso?

- ¿Se habrá perdido el capitán del barco y ha ido por otro sitio?

Atendiendo el tiempo del viaje y la distancia real entre Almería y Melilla, éste sería el trayecto real que sigue el barco: la línea roja es el trayecto supuestamente real que indica Google Maps. La línea azul gordota es el trayecto real que, tras varios segundos de profunda investigación he llegado a la conclusion de que es el auténtico, porque si no, ¡es que no le veo explicación a tardar tanto para recorrer tan poco!.


Hay que tener en cuenta que hay trayectos que se realizan con barcos rápidos, que son enormes catamaranes que hacen el recorrido en mitad de tiempo. La ventaja es evidente: son mucho más rápidos, pero por desgracia este tipo de embarcaciones son más sensibles al estado de la mar y de la fuerza del viento y puede darse el caso de que, aunque haya un día claro, tengas un viaje de perros. Lo digo por experiencia. Otro inconveniente es que son más caros, casi tanto como un billete de avión y no sé si merece la pena sufrir la gran tortura que supone el enorme balanceo del barco durante cuatro horas. De hecho, una vez cogí este barco rápido y no creo que lo vuelva a hacer nunca más.

Además, si vas a hacer un viaje en barco hacia Melilla, te doy un consejo importante, y te lo doy gratis y espero que lo pongas en práctica algún día si es necesario: ABRE TU MENTE. No te sorprendas por nada que veas o huelas. Éste es un mundo aparte paralelo de todo lo que has conocido hasta ahora. Es probable que si has viajado a países exóticos hayas visto cosas sorprendentes, seguro. Pero estamos hablando de un país desarrollado del primer mundo, en un medio de transporte de una empresa occidental y en pleno siglo XXI. No todo lo que tú das por supuesto se cumplirá, y has de rebajar tu nivel de exigencia y comodidad. Lo digo por tu bien para que luego no te lleves disgustos.

Veamos, el viaje en un barco que hace trayectos regulares, como es el caso, difiere bastante de la idea, más o menos asentada que tiene todo el mundo, de lo que es un crucero (cuánto daño ha hecho la serie "Vacaciones en el mar"). ¿Cómo se viaja en un barco de este tipo? Pues muy fácil, en estos barcos, que son Ferrys (es decir tienen una amplia bodega para el transporte de mercancias y vehículos) las formas de viajar son, básicamente, dos: butaca y camarote.



La foto es del barco que viene y va de Málaga, que es mucho más grande y cómodo que el que hace el trayecto a Almería. Una noche viniendo de tapas, se me ocurrió hacer una prueba con la cámara: el tiempo de exposición es de 1,3 segundos. Para que la cámara no vibrara la coloqué sobre una verja y le puse el autodisparador con un retardo de 10 segundos, para que no afectara la vibración al apretar el botón. La verdad es que no quedó mal para ser una prueba.

a. Butaca.
Es la parte más desconocida de los viajes en barco, o por lo menos a mí fue la que me sorprendió la primera vez que me subí a uno de estos cascarones llenos de cucarachas de Acciona-Trasmediterránea. Cuando tú compras un billete de butaca sale mucho más barato, pero el viaje lo haces en una sala habilitada con butacas, como si fuera un inmenso autobús apestoso.

Ojalá algún día inventen la foto con olor, así alguien podría decirme a qué coño huele esta sala cuando se llega al puerto de destino

Los barcos normales tienen varias salas con butacas para hacer el viaje. ¡Joder! Si antes he dado el consejo de "Abrir la mente", has de tener en cuenta de que si el viaje lo haces en butaca y de noche... ¡puf! además, mejor llévate un buen desodorante, amigo. Has de ser consciente de que cuando compras un pasaje de butaca no llevas número de asiento asignado. Normalmente la capacidad del barco no es obstáculo para que te pongas donde quieras (a no ser que el viaje lo hagas en el barco rápido, donde te aconsejo que pilles sitio lo antes posible si no quieres hacer el viajecito de pie o apoyado en una barra del bar) y has de llevar tu equipaje contigo. Hay que tener en cuenta que el barco es el medio de transporte elegido por la inmensa mayoría de las familias melillenses y la mitad de la población es de origen musulman, o bien familias enteras de Marruecos que van y vienen de la península a sus diversos lugares de destino, con lo que ello conlleva para entender ciertas costumbres; y piensa que el viaje dura varias horas, y que hay que comer y esas cosas. Lo que quiero decir es que en un momento dado, estas salas de butacas se convierten en un enorme comedor social donde familias enteras montan sus "campamentos" sin ningún tipo de reparos. Recuerda: ABRE TU MENTE.

b. Camarote.
Cuando uno piensa en un camarote lo primero que le llega a la cabeza es el camarote de los hermanos Marx, vale. Lo segundo es una agradable habitación parecida a la de un hotel, con unas vistas extraordinarias sobre el mar y una pequeña terracita donde tomar el sol.

Ok. Quedémonos mejor con la idea de los hermanos Marx.

Estamos hablando de un pequeño zulo de mierda, oscuro y estrecho que alguien, en un momento de máxima generosidad, llamó camarote (ABRE TU MENTE). Suele haber tres tipos de camarote: de dos camas, 4 literas, o de clase preferente. He de decir que una vez hice un viaje en un camarote en preferente y sólo lo he pillado una vez y para ser sincero, el nivel de calidad se sitúa en lo mínimo exigible, es decir, en lo normal. En un camarote normal no hay vistas al mar, de hecho, a no ser que seas un suertudo, las únicas vistas que tendrás serán las de la foto hecha polvo que hay en uno de los laterales, porque lo normal es que no tengan ningún tipo de ventana ni ojo de buey. Resumiendo: son sitios donde la luz del sol no ha entrado JAMÁS y con una ventilación, digamos que... ajustada. (ABRE TU MENTE).

He de decir que el viaje de vuelta tuve la suerte de hacerlo en uno que era el doble de amplio, pero lo normal es que te toque uno de éstos

Suelen tener un pequeño servicio con aseo y ducha (no se quien coño puede arriesgarse a ducharse ahí para pillar los siete plagas de Egipto todas de golpe) con dos camas a cada lado, estando las literas superiores plegadas (como en los trenes) para que aquello no dé más agobio del normal y te entre una claustrofobia del copón. Aunque suelen estar limpios (más o menos) tampoco es que sean un ejemplo de higiene y en alguna ocasión me he encontrado con bichos repugnantes que no han pagado su parte del billete y que han querido hacer el viaje en mi camarote gratis. Lo primero que hago al entrar a un camarote es mirar los rincones y encender mi radar anticucarachas. Aunque no sé si es mejor desactivarlo y dejarse llevar (ABRE TU MENTE, ABRE TU MENTE, ABRE TU MENTE...).

En el último viaje con la familia inventamos un nuevo juego, que consistia en hacer cualquier mierda, fuera la que fuera, pero que la historia era que el que perdía tres veces seguidas sufría un castigo: debía de meterse 10 minutos debajo de cualquiera de las dos literas inferiores a ver si tenía cojones a aguantar aquello. Porque ojo, yo jamás me he atrevido a mirar debajo de una litera del barco, por miedo a encontrarme cosas que mi estómago no pudiera resistir. No se me ocurre peor tortura psicológica que estar tendido en el suelo durante 10 minutos debajo de aquel catre. Me volvería loco, no podría aguantarlo. Es un terror infinito, inhumano y primario.

Afortunadamente abandonamos el juego de forma inmediata por ser demasiada la presión que se acumula. Pero ahí dejamos la idea para quien quiera recuperarla.

Estas dos fotos son de algunos de los pasillos de una de las cubiertas donde se encuentran los camarotes. Como puede verse, hay poco glamour.


Hay una forma aún peor de viajar en barco, y no es otra que mediante un camarote compartido. La idea es sencilla: si quieres tener la posibilidad de viajar tumbado en una cama sin pagar todo el camarote, sobre todo si el viaje se realiza de noche, puedes sacar un billete correspondiente sólo a una litera en un camarote compartido sin saber con quien te va a tocar, ni cuales son sus costumbres o nivel de higiene: o sea, la rehostia, ¿no? Eso sí, no dejéis llevar vuestra imaginación a sitios impuros: hay camarotes compartidos para mujeres y para hombres, nada de mixtos... que yo sepa. Yo ya viví una experiencia similar hace años en un tren de esos que hacían un recorrido nocturno y no te quedaba más remedio que estar con otros en el mismo compartimento, y esto es como el dicho: "Una y no más, Santo Tomás".

Bien. Independientemente de si vas en butaca o en camarote, puedes llevar tu coche contigo pagando su pasaje claro. El coche se guarda en la bodega, que suele tener varias plantas y se entra y se sale del barco por la compuerta de la bodega y una rampa de acceso que lo conecta con el muelle del puerto. La bodega suele ser lo suficientemente amplia como para dar cabida a varios centenares de coches, así como camiones de carga que llevan y traen todo tipo de mercancia. En la foto siguiente, puede verse la segunda planta de la bodega, en este caso vacía pues viajábamos pocas personas, que se encuentra abierta en unos de los laterales para que tenga suficiente ventilación. La linea que se ve en medio es una rampa que se baja (la foto es de la tercera cubierta para parking) para que los coches puedan acceder desde la primera planta, aunque en este caso no hizo falta pues íbamos pocos vehículos. En el viaje de vuelta descubri que el barco tenía otra rampa inferior que comunicaba con un tercer nivel del garage y que se encontraría por debajo de la línea de flotación.

Por otra parte, da igual si vas en butaca o camarote ya que puedes moverte por casi cualquier parte del barco durante el viaje o salir a cubierta a tomar el aire (algo bastante aconsejable por muy mal tiempo que haga) y sólo está restringida la circulación por algunos puntos donde trabaja la tripulación. La bodega, por ejemplo, se cierra durante la travesía y sólo se puede acceder a ella minutos antes de que el barco entre a puerto.



Las escaleras de acceso a las diferentes cubiertas son parecidas a esto, aunque un poco mejores, claro. Éstas son las que se usan en las zonas restringidas y que pude fotografiar porque una puerta abierta siempre es una invitación a pasar, aunque ponga "No pasar".

He de decir que el viaje en sí mismo está totalmente carente de interés, y únicamente presenta momentos dignos de ser nombrados al entrar o salir del puerto, y ver la maniobra de atraque o de partida. Pasados esos dos momentos, el tedio es infinito. Eso sí, hay un punto que presenta ciertas particularidades y que es conveniente tenerlo presente por si se da el caso de verlo. Bien sea a la entrada o la salida del puerto, normalmente un tio del puerto llamado "Práctico", se sube al barco para realizar la maniobra de atraque o de partida pues se supone que conoce los secretos del puerto donde trabaja. Si la maniobra es de salida, es evidente que el tipo se sube mientras el barco está amarrado, pero ¿cuándo se baja?, pues poco después de haber realizado la maniobra y con el barco en marcha. Así que si estás al tanto, podrás ver como se acerca una pequeña embarcación del puerto que pone "Práctico" y si te situas en el lateral del barco correcto (joder, sólo tienes que fijarte por qué lado se pega dicho barquito), verás descender por una escalerilla a dicho Práctico para coger su barquito y volver a puerto. Es una cosa curiosa de ver, no es que sea algo inolvidable, pero tiene su gracia. Evidentemente en el caso del puerto de destino, el práctico se subirá poco antes de llegar el barco a puerto, haciendo la operación contraria, y se bajará cuando éste se encuentre placidamente amarrado al muelle. En la foto de la derecha, el tío se acababa de bajar por la escalerilla y ¡alehop! saltito al barco. Como yo estaba pensando en las musarañas, no pude fotografiar el momento adecuado. Así pues, poco a poco, empezamos la travesía que nos llevaría hasta Melilla, en el continente africano. Así como suena.

En este último viaje que hicimos, sin embargo, y cuando empezábamos a divisar tierras africanas, la naturaleza nos tenía preparada una sorpresa de extraordinaria belleza. Y todo ello por el mismo precio y sin pagar más.
Dejamos atrás tierras de Castilla, para adentrarnos en la Mar Oceána, rumbo a tierra de moros

Otros capítulos.
Las aventuras africanas de Calamardo (I).El viaje en avión
Las aventuras africanas de Calamardo (II). El viaje a Melilla en barco (1)
Las aventuras africanas de Calamardo (III). El viaje a Melilla en barco (y2)Las aventuras africanas de Calamardo (IV). Melilla la vieja
Las aventuras africanas de Calamardo (V). Toca comer y te regalo la receta del auténtico pinchito moruno

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Regalo

La artista internacionalmente conocida como Noara (Las cositas de Noara), me regaló para mi cumple un muñeco de fieltro (es una consumada artista en la creación de todo tipo de cosas con este material de extraño nombre),  más concretamente un muñeco de Calamardo. La habilidad de la artista es increíble pues ha sabido representar con total acierto mi perenne actitud de amargura.

El muñeco es un llavero, pero para tenerlo en pie, lo tengo enganchado en un bonito recuerdo que me traje un día de algún sitio.

Por cierto, si alguien quiere hacerle un encarguito, que se pase por su blog.


¡Gracias!

¿Y por qué Noara sabía cuándo era mi cumple? Fácil. A pesar de llamarme yo Calamardo Tentáculos, y ella Noara, compartimos padre y madre, con lo que ello conlleva. Es decir, somos hermanos. Y es que de mi familia han salido hermanos artistas, empresarios... y yo.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Las aventuras africanas de Calamardo (I). El viaje a Melilla en avión

Todos los años, por motivos familiares, paso una buena parte de mis vacaciones en África. Dicho así de esta forma parece que me voy de safari al Serengueti, pero no, en realidad voy a pasar unos días a Melilla. La verdad es que es una ciudad muy bonita y digna de pasar unos días, con un ambiente bastante especial que no es posible encontrar en ninguna otra ciudad de la península. Yo comparo Melilla con Minas Tirith, la ciudad fronteriza de El señor de los anillos, cercana al Monte del destino donde se encuentra Sauron. Y es que Melilla guarda ciertas semejanzas con esta ciudad ficticia. Primero por su caracter limítrofe, no sólo entre dos países, sino entre dos continentes, y lo que es aún más fantástico: entre dos culturas totalmente diferentes: la cristiana y la musulmana. Culturas que, entre ambas, ha habido choques sangrientos durante siglos, al igual que ocurre, también, en el señor de los anillos. Y claro, de vez en cuando hay ciertos roces. No es que de repente salga un ejército de orcos dispuestos a invadirnos... (¿o sí?...), pero siempre hay ligeras tensiones diplómaticas, o que traspasan el ámbito de la política y se convierten en realidad social. Ya hablaremos de eso. Además, Melilla también tiene su propio Monte del destino, aunque con un nombre menos trascendental, El monte Guru Gú el cual, al igual que el otro, también se encuentra, casi permanentemente, entre tinieblas.


El Guru Gú (en tierras marroquíes) al fondo, un día en el que Sauron estaba de buen humor

Melilla es una ciudad de unos 75.000 habitantes (o sea, que tiene el tamaño de cualquier capital de provincia de tamaño normal de la península) y ocupa una extensión de unos 13 km. cuadrados, y justo enfrente se encuentra una ciudad marroquí, Nador, que también fue fundada por españoles y que es bastante más grande que Melilla, el caso es que los puertos de ambas ciudades están uno enfrente del otro, y cuando llegas en barco parece que es uno solo, de enorme tamaño.



Estas dos vistas que pongo a continuación están tomadas desde dos puntos opuestos de Melilla. Las flechas rojas indican los sitios desde donde se realizaron cada una de las fotos opuestas. No se si me explico....

Melilla la Vieja desde una de las partes más altas de la ciudad

Y la ciudad actual, con parte del puerto pesquero, desde Melilla la Vieja

Antes de seguir, un consejo: a los melillenses les fastidia bastante que los foráneos hablemos de la península como "España". Así que si pasamos por allí unos días no les digamos "Yo vengo de España..." porque entonces seguro que tuercen el gesto. La razón es bien sencilla: para nosotros la península es físicamente España, pero para los melillenses, que se encuentran fuera de ese cacho tierra que es la península ibérica, ellos son también España, y es algo que llevan por bandera (nunca mejor dicho) y es que se sienten muy españoles. Y hay que decir que con razón, porque son parte de España, claro. Y allí en la lejanía de África es algo que ellos quieren subrayar mucho. Yo es una lección que he aprendido con los años (por la cuenta que me trae) aunque a veces aún se me escapa. Si algún día le dices a un melillense "Allí en España...", lo primero que te dirán es "Esto también es España".

Pues bien, una vez que pasamos parte de las vacaciones en Fondo de Bikini, fue la hora de hacer las maletas de nuevo y emprender viaje hacia Melilla. Lo primero que hay que saber es que Melilla no se encuentra al otro lado del Estrecho, que es lo que piensa la mayor parte de la gente, sino al otro lado del Mar Mediterráneo, geográficamente se encuentra debajo de Almería, a unos 220 kilómetros hacia abajo. Es decir, el Estrecho se encuentra a algo así como 700 kilómetros más a la izquierda en el mapa. Y es que otra cosa que jode bastante al Melillense es que se les confunda con Ceuta, que SÍ está al otro lado del Estrecho. ¿Que quiero decir con esto? pues muy sencillo: que no hay carretera entre la península y Melilla. Si quieres ir allí no te queda más remedio que coger un barco o un avion.

El avión.
Venir a Melilla no es barato en relación a lo que te puede ofrecer. Seguramente te saldrá mejor, económicamente hablando, pasar una semana en Nueva York que aquí. Y lo malo es que los melillenses siguen sin darse cuenta. Allá ellos. La línea aéra que hace los viajes hasta Melilla desde varias ciudades de la península es Air Nostrum, de Iberia. Son aviones de hélice bimotores que son comunes en otros trayectos que hace esta aerolínea, tanto para viajes nacionales como internacionales de corto alcance, con lo que no es una línea peligrosa ni de segunda línea ni parecido: yo he viajado desde Madrid a Pamplona, por ejemplo, en aviones similares. Si vienes en avión te cuesta un auténtico disparate si no eres residente, aunque es más rápido y lleno de emociones. Y cuando digo emociones es porque de vez en cuando se te ponen los huevos de corbata cuando llega el momento del aterrizaje. Como casi todo el mundo sabe, en un aeropuerto hay dos formas de tomar la pista de aterrizaje dependiendo de si sopla el viento por un lado o por otro. En el caso de Melilla, podríamos decir que la pista tiene una entrada norte y otra sur.

a. El lado Norte.
Si se coge la pista de aterrizaje en la misma dirección en la que llega el avión desde la península, éste llega sobrevolando por tierra marroquí, cogiendo el continente africano por el llamado Cabo de Tres Forcas (ver mapa anterior).


Imagen del puerto de Melilla con parte del Cabo de Tres Forcas en segundo término


El avión va bajando poco a poco hasta tomar tierra y si has tenido suerte de que te toque la ventanilla, podrás ver en todo momento la ciudad de Melilla aproximarse y verás el árido paisaje de Marruecos, y podrás observar las aldeas y pequeños nucleos rurales, con edificaciones típicas de casas de campo marroquíes, que sobrevuela el aparato antes de tomar tierra. Yo en alguna ocasión he hecho esta parte del viaje así y es bastante espectacular. Te sientes un poco como un aventurero que recorre los más insólitos lugares del mundo y llega a un país exótico. Aventurero de pacotilla, pero aventurero al fin y al cabo. Pero ojo, si el avión toma la pista por el lado contrario... entonces disponte a rezar todo lo que sepas.

b. El lado Sur: "La maniobra de la muerte".
Cuando se entra por la pista por la parte sur, el avión se adentra también en el espacio aéreo marroquí, pero por alguna razón la maniobra es un poco más brusca. La aproximación a la pista no es tan suave, pero el paisaje es igual de espectacular, a lo que hay que sumarle la incertidumbre de si el piloto habrá calculado bien la distancia a tierra y si le dará tiempo a completar el giro que está haciendo en ese momento.

La situación es la siguiente: el avión viene por el norte, que es donde está la península, y debe tomar tierra por el sur. En un momento dado ha de dar un giro de 180 grados para enfilar la pista de aterrizaje, bajando además en altura claro, mientras realiza el giro. Por alguna razón que no termino de entender, el piloto, en vez de tomarse el tiempo y el espacio que necesite para realizar la maniobra (joder, si de todas formas entras en el espacio aéreo marroquí, qué más da un poco más, ¿no?) decide que quiere darle un poquito de emoción a su vida (y con ello al resto del pasaje) y se toma el tiempo y el espacio JUSTO para hacerlo. Yo a veces he pensado que si en la maniobra se equivocase, yo que sé, en un par de grados del giro o en un par de metros, acabaríamos dejando el avión encima de alguna casa de Marruecos o aterrizando con la panza, en vez de con las ruedas. Hay que reconocer que la cosa le da emoción al viaje.

El caso es que en un momento dado, en el que el avion se encuentra horizontal, de repente pega un giro del copón sobre su ala derecha, poniéndose, yo que sé... con una inclinación de 45 o 50º, que parece poco, pero ya me gustaría a mí verte dentro. Te das cuenta que tienes a tu acompañante de asiento como un metro y medio por encima de tí y además notas que el avión va descendiendo bruscamente (lo nota sobre todo tu estómago). Esta maniobra suele hacerse encima de una de las playas de Melilla con lo cual es bastante fácil verle el escote a las bañistas que se encuentran unos metros más abajo. Esta maniobra vista desde la playa es bastante espectacular y es una de las atracciones, para mí, de las playas melillenses: poder ver en todo su esplendor la "Maniobra de la muerte", aunque no tiene nada que ver con la emoción de vivirla dentro del propio avión. A la intensidad propia de este movimiento del piloto, hay que sumarle el frenazo final del avión. Y es que hay que tener en cuenta que en la extensión de Melilla es de apenas 13 km cuadrados, como he dicho antes, y en ese pequeño trozo de tierra hay que poner la ciudad y el aeropuerto.

Si quieres ver un pequeño fotomontaje de una de estas maniobras que pude fotografiar al completo, haz clic aquí.

Con esto quiero decir que la pista no da tanto de sí como para permitir el aterrizaje del trasbordador espacial de la NASA, por ejemplo; vamos, que no deja mucho margen para cualquier error en la maniobra de aproximación. La verdad es que la pista es extremadamente corta y cuando el avión toma tierra debe pegar un frenazo que hace que te suba a la boca la primera papilla que tomaste y nada más coger tierra, imagino que el piloto lo primero que hace es invertir la potencia de los motores e intentar parar el bicho cueste lo que cueste (por lo menos es lo que hacen en las pelis: "Invierte la potencia de los motores ¡¡Intenta invertirla por Dios!!" me imagino que son las palabras del piloto).

De hecho, este tema es bastante importante. En mis múltiples viajes a Melilla, ya sea en barco o en avión, son muchas las anécdotas que hay para contar (afortunadamente ninguna grave para mí) aunque en uno de los viajes, a mitad de camino cuando estábamos ya sobre el mar mediterráneo, de repente me dice la Calamarda: "Hemos dado la vuelta". Y coño, era cierto. De repente tenía el sol a mi derecha cuando antes lo tenía a mi izquierda. Y así fue. Apenas unos minutos después nos informan de que debemos volver a Málaga por un problema de frenos. Así que tocó volver, desembarcar, esperar y volver a montar. En definitiva, un día perdido. Pero bueno, todo quedó en un susto menor, porque apenas unas semanas o pocos meses despues, ocurrió ésto.

En otra ocasión, más concretamente el 29 de agosto de 2001, la suerte pasó por mi lado y me tocó con su varita mágica. Ese día, un avión que realizaba el trayecto Melilla-Málaga (en aquella época la compañía era Binter Mediterráneo) se estrella pocos metros antes de tomar tierra en el aeropuerto de Málaga, muriendo 4 personas. El avión había salido de Melilla a las 9 y media de la mañana y yo debía coger un avión similar, esa misma mañana, apenas 3 horas después. Se podría decir de alguna otra forma, pero creo que lo más sencillo es decir que se me pusieron los huevos de corbata. Dicen que en el cráter que ha abierto una bomba nunca cae otra, pero ¡joder! las estadísticas están para romperlas, coño. Hay que decir que el vuelo entre Melilla y Málaga es bastante corto y nada mas coger un poco de altura, ya se ve en el horizonte la península, con el Mulhacén como enorme mojón nevado que nos indica a dónde vamos. Durante el tiempo que dura el trayecto poco a poco la costa se va haciendo más grande hasta llegar a tomar tierra, aunque ese día parecía que no llegábamos nunca y un silencio increíble había dentro del avión: cualquier alteración del ruido de los motores provocaba pequeños sustos y le gente mirando de un lado a otro. Al llegar a Málaga, al iniciar la maniobra de aterrizaje, evidentemente pasamos justo por encima del avión accidentado que nos precedió y la verdad es que la situación fue un poco desagradable.... Es mi peor recuerdo de mis viajes en avión a Melilla y cuando el avión tomó tierra y se paró, más de uno y más de dos respiramos aliviados.

Pero bueno, volviendo un poco a temas menos trascendentales, decir que la "maniobra de la muerte" y frenazo final es para aterrizar, claro. Pero para despegar es lo mismo pero al contrario: se produce el acelerón inicial. El proceso es el siguiente: el piloto se coloca al comienzo justo de pista, mete caña a los motores y cuando están a máxima potencia suelta el freno de mano del avión (o algo similar que imagino que tendrán estos aparatos) y el bicho sale volando solo simplemente con una aceleración de narices que te deja pegado al asiento, literalmente, porque pista, lo que se dice pista, para coger impulso, como que no hay mucha. La verdad es que por los 600 euros que suele costar el billete individual, la cosa da de sí, ¿eh? que al final no va a resultar tan caro.

Yo siempre he pensado que este problema de los frenazos al aterrizar y los acelerones al despegar se solucionaria con una pista circular con las curvas pedaltadas. Esto permitiría al avión dar tantas vueltas como sean necesarias para coger impulso (o para frenarse) como en las competiciones esas de coches americanas que estan dando vueltas todo el rato sobre un circuito oval. Yo dejo mi idea ahí para quien quiera recogerla y ponerla en marcha, porque no entiendo como no se ha puesto en practica aún.

Yo lo veo clarísimo. Vaya, ¡tiene un error ortográfico! pues ahora no voy a rehacer el fichero *.psd porque no me da la gana.

En otras ocasiones, si tienes suerte, esta aproximación al aeropuerto desde el lado sur se hace de forma más escalonada y suave y puede ser que el aparato se introduzca más en el espacio aereo marroquí, lo que te permitirá tener una visión perfecta de lo que aquí se llama "Mar chica", que no es sino una versión musulmana de nuestro "Mar menor", aunque en este caso parece ser que aún se mantiene más o menos virgen. En el mapa del comienzo, puede verse esta pequeña extensión de agua, desglosada del Mar Mediterráneo (o mar de Alborán) y que puede observarse sin problemas desde los puntos más altos de Melilla.

Además, los días más claros, aquellos en los que la bruma te lo permite, también es posible divisar con claridad toda esa parte del norte de África en toda su extensión, divisando en el horizonte una lejana cordillera, que no tengo ni idea de cómo se llama (lo he buscado por ahí, pero no lo encuentro) y que antecede, en el Norte de África, a la gran formación montañosa del Atlas. La verdad es que es un espectáculo bastante impresionante. En la siguiente foto, puede verse esta cadena montañosa de incierto nombre (yo calculo que se encuentra a una distancia de entre 80-100 kilómetros de Melilla), junto a parte de la Mar Chica, arriba a la derecha (aunque no se puede ver claramente). La torre que se ve en el centro, ligeramente a la izquierda, es de una iglesia de Melilla. Justo detrás, al fondo, pueden verse los barcos que esperan su turno para partir en el cercano puerto marroquí de Nador.



Ventajas e incovenientes del avion.

- Ventajas de venir en avión: son claras y rotundas pues el viaje apenas dura 1 hora, entre que subes y bajas.

- Inconvenientes: como he dicho antes, venir en avión a Melilla es espectacularmente caro si no eres residente. Los precios son desorbitados y no están al alcance de muchos. Hay ofertas de billetes baratos, pero hay que tener en cuenta que Iberia, en ningún caso, te dirá el horario del vuelo ni la fecha hasta un par de días antes (esto es rigurosamente cierto, pues me ha pasado a mí), con lo cual te tienes que joder si un dia te avisan y te dicen que tienes que volar pasado mañana a las cuatro de la tarde, por ejemplo. O sea... UNA MIERDA como el Everest de grande. En mi caso, al coger el avión en Almería y estar Fondo de Bikini relativamente lejos, la precariedad de la línea regular de autobuses no me deja más opción que ir en mi propio coche hasta la capital, y claro, luego el coche lo debo dejar en algún lado y los parkings de los aeropuertos no son precisamente baratos, con lo que al precio de los billetes le debo añadir el aparcamiento del coche. Hace falta ser Emilio Botín para poder permitirse el lujo de ir a Melilla en avión. El viaje en avión desde Madrid está descartado por completo: con una hipoteca sobre mi casa es suficiente. Imagino que ese trayecto se puso para los políticos que chupan del bote (porque en esto también Melilla es muy española) y para los empresarios, que digo yo que allí habrá alguno.

Por esta razón, los últimos viajes los hemos hecho en barco, aunque he decir que esto es como el refrán: "Salir de la sartén para caer en las brasas"... porque vaya tela, vaya tela.

Otros capítulos
Las aventuras africanas de Calamardo (I).El viaje en avión
Las aventuras africanas de Calamardo (II). El viaje a Melilla en barco (1)
Las aventuras africanas de Calamardo (III). El viaje a Melilla en barco (y2)
Las aventuras africanas de Calamardo (IV). Melilla la vieja
Las aventuras africanas de Calamardo (V). Toca comer y te regalo la receta del auténtico pinchito moruno

jueves, 2 de septiembre de 2010

Cómics que me gustan: En busca del unicornio

Título: En busca del unicornio
Guión: Emilio Ruiz, sobre una novela de Juan Eslava Galán del mismo título.
Dibujos: Ana Miralles.
Editorial: Glénat, 1997-1999.
Encuadernación: 3 vols, en rústica, de 48 pag. cada uno.

Los paraísos perdidos
Esta serie vino a mis manos en  una época que podríamos llamar de transición en mi vida: llegaba a su fin mi período de formación académica que inicié a los 5 años en "Parvulitos" (que luego seguí con las desparecidas EGB, BUP y COU, a lo que se uniría mi etapa universitaria de primer y segundo ciclo, unas fases formativas que ya sólo existen en la historia hoy día y en mi curriculum vitae), y daba mis primeros pasos en un mundo laboral, que ahora mismo, parece tambalearse bajo mis pies (¿en qué acabará esto?...). Imagino que me interesé por este cómic porque hubo una época en la que decir "Publicado por Glénat" era sinónimo de calidad. Este punto, al igual que los anteriores, también ha pasado, desgraciadamente, a la historia.

Recuerdo que el último de los tres volúmenes lo compré en un caluroso mes de julio de 2000 apenas dos días antes de abandonar una beca en Granada para incorporarme al trabajo que hoy día disfruto, fue el último cómic que compré en mi anterior vida pre-laboral (sé el dato del día de la compra por la información que pongo en el Ex-Libris y del que hablaré en otra ocasión). Además, lo compré en una tienda que ya no existe, la librería "Flash" especializada en cómics, que se situaba en la Plaza de la Trinidad, en pleno centro histórico de la capital granadina, en un entorno de gran belleza cerca de la catedral. Para mí, decir "Librería Flash" es hablar del "Sancta Santorum" aplicado al mundo comiquero. El lugar más sagrado y que guarda el gran misterio. Allí nació mi pasión, o más bien, resucitó (por seguir con los símiles religiosos). "Flash" tenía dos locales en Granada, de los cuales sólo queda, hoy día, uno. Uno de ellos es el que he comentado al lado de la Catedral. El otro, estaba situado tambien en el centro (yo creo que casi toda Granada es centro) al final de la estrecha calle San Antón, en unas tiendas ubicadas en unos soportales, que como tales, eran oscuros; como oscura era la tienda, claro. Porque los lugares sagrados siempre son oscuros y llenos de recovecos para hacerlo todo más misterioso; y de no fácil localización, que tampoco se van a poner las cosas fáciles. Esta tienda de la calle San Antón fue la primera noticia que tuve yo en la vida de que existían cosas parecidas a librerías especializadas donde se vendían única y exclusivamente cómics. Verla fue para mí algo parecido a la Anunciación a María: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo". Y de repente supe que tenía una misión que cumplir en vida.


"No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin". El texto es de la Biblia, Lucas, 30-33 y la foto del Google Street View. Me encanta mezclar tradición y modernidad, leche.


Si la tienda de la Plaza de la Trinidad es el Sancta Santorum, la situada en los soportales de la calle San Antón es como el portal de Belén donde nació Jesus: el origen de toda una leyenda que vino despúes. No recuerdo exactamente cuando la ví por primera vez. Creo que fue una tarde cuando, acompañado de otros dos compañeros de piso, fuimos a la casa del familiar de uno de ellos (casa que estaba al lado del local de la tienda, el portal que está más a la izquierda de la foto) a buscar un sofá viejo, sofá al que faltaba el asiento, pero eso nos daba igual; ya que en la vida de cualquier estudiante sin posibles, siempre ha habido una época en la que el estado de un mueble no es obstáculo para recogerlo y llevarlo a casa. Total, si con un cacho de gomaespuma cualquiera ya se solucionaba el asunto del asiento, ¿no? Lo que si recuerdo es entrar a la tienda a ver lo que había y preguntar por cómics de Moebius, que molaba mucho el nombre y estaba de moda. Cada vez que entraba allí seguía el mismo ritual: como no tenía ni puta idea de por donde empezar, siempre preguntaba lo mismo "¿Tenéis cómics de Moebius?". El dependiente, que luego abrió otra tienda especializada en cómics para hacerle la competencia a su jefe, me indicaba una balda. Yo me iba directo a ella, cogia el primer cómic que tenía más a mano, lo ojeaba como si pareciera que supiera lo que hacía y al ver el precio me asustaba y lo volvía a dejar en el mismo sitio. Porque ojo, los cómics nunca han sido baratos, y mucho menos para un estudiante fuera de su casa. Un día me animé a comprar dos cómics que me trasportaban a mi etapa de lectura comiquera de la infancia en el colegio: "El caballo de hierro" y "El hombre del puño de acero", de la colección de "El teniente Blueberry" y resulta que ninguno de los dos estaban dibujados por Moebius (o eso creía yo) sino por un tio que se llamaba "Giraud" y que, mira tú por donde, un poco después descubrí que era el Alter Ego de Moebius (o viceversa). Después vinieron los dos primeros cómics de Tintín que compraba ("El secreto del Unicornio" y "El tesoro de Rackham el Rojo") y poco a poco, mi colección iba tomando forma.

En cuanto a la librería de la Plaza de la Trinidad, también tiene su historia. Imagino que la conocí tiempo después, pero no recuerdo cuándo. El caso es que durante mi última étapa de formación universitaria inútil en la capital Granadina, sustituyó casi por completo a la otra tienda en cuanto al suministro comiqueril. Me pillaba cerca de la casa de mi churri (que con el tiempo se convertiría en mi Señora) y entre que voy y vengo, que entro y que salgo, pasaba por su puerta, o más bien por su escaparate, y me informaba de cuáles eran las últimas novedades editoriales. Luego, metía la mano en el bosillo, veía el dinero que me quedaba, y según miraba lo que había expuesto me iba por donde había venido porque no tenía un duro para comprar lo que quería. En aquella época donde no había internet (o por lo menos no era fácil encontrar sitios donde conectarse) y yo no compraba ningún tipo de publicación periódica sobre cómics (en un tiempo donde aún existían revistas de cómic) era mi único medio de información sobre el mundo de los tebeos. Siempre que pasaba por delante de aquella tienda, y fueron cientos de veces, me paraba a mirar en su expositor, fuera la hora que fuera, de día o de noche, hiciera sol o lloviera. Acto seguido me comía con patatas el deseo de comprar cualquier cosa.


Ninguno de esos soy yo, pero básicamente son las mismas sensaciones

La tienda hacía esquina, y el expositor de los cómics se encontraba por la parte menos noble de la plaza: un pequeño callejón, terminado en escalera, que iba a desembocar en otra pequeña plaza aledaña a la catedral, donde en aquellos tiempos míos universitarios había una tienda dedicada por completo a las especias, que perfumaba sus alrededores con aquella mezcla de olores tan característica, pues las mercancias se exponian al aire libre en pequeños sacos repletos de toda clase de hierbas y preparados, válidos tanto para la cocina como para sanar casi todo tipo de mal o dolencia. Y es que Granada es mucha Granada, ojo. Por otra parte, y si había habido suerte la noche anterior, a la mañana siguiente, camino de la Facultad para coger el abarrotadísimo "Numero 8" (joder, que en el transporte de ganado se viajaba mejor que en los autobuses que subían al Campus Universitario de Cartuja de la UGR) y aún muy temprano, muy temprano, mientras regaban las calles al salir el sol, también me paraba a mirar lo que había, como si por la noche un duende mágico hubiera puesto cómics nuevos después de que se cerrara la tienda y yo pasara por allí la noche anterior, apenas unas horas antes. Era casi un ritual.


El callejón. Al fondo la Plaza de la Trinidad. A la derecha, el escaparate, aunque no se distingue si en él hay libros o bolsos.

Como he dicho antes, la tienda de cómics de la Plaza de la Trinidad ya no existe.

En un viaje reciente, y paseando por las calles que en su día me eran muy familiares, y que ahora ya no conozco, y ni son las mismas, a pesar de que el entorno parece sí serlo, descubrí que lo que antes era un local para mí indispensable, se había convertido en una impersonal y rutinaria tienda de bolsos de una franquicia. ¡Qué tremenda desilusión sentí al ver aquéllo! ¿Pero cómo había permitido aquella salvajada el alcalde? Y es que en 14 años muchas cosas cambian, claro. Y no digamos nada una ciudad que está viva y se transforma. De repente una parte de mí ya sólo existía en mi memoria y eran sólo recuerdos; lo que en otros tiempos formó parte casi indisoluble de mi vida, ya no existía. Algo parecido le ocurrió al protagonista de este cómic, Juan de Olid cuando, despues de cumplir lealmente una misión (un capricho de un rey, en realidad) que duró veintitantos años, vuelve al mundo al que pertenecía, para descubrir que ya no es el mismo (ni él mismo, ni su mundo), que todo lo que conocía ha desaparecido y que ya nadie le espera.


La única foto que he logrado encontrar por ahí con una imagen de la Librería Flash de la Plaza de la Trinidad. A la izquierda puede verse, mínimamente, el cartel. También ha desaparecido la cafetería que había enfrente, por donde pasa el tipo ese con una mochila. Seguro que el camarero se hartó de verme parado delante del escaparate día tras día

¿Por qué me gusta?
"A finales del siglo XV, una expedición castellana parte hacia "el país de los negros" por orden del rey Enrique IV, conocido como "el impotente", con el secreto objetivo de encontrar un cuerno de unicornio que se suponía aumentaba la virilidad.
Comandada por Juan de Olid y formada por cuarenta ballesteros, un mayordomo, un fraile y su ayudante, un experto en lenguas, un físico "de las llagas" y una doncella virgen con sus criadas, la expedición parte de Sevilla en 1471 con un destino desconocido en el corazón de África.
La aventura se prolongará mucho más allá de lo previsto, y, lo que es peor, el unicornio no aparece por ninguna parte.
Horizonte tras horizonte buscan sin cesar un espejismo. Abriendo camino, a fuerza de brazos, descubren extrañas culturas.
El tiempo va diluyendo los rostros en la memoria. El amor abrasa en los pechos de los soldados, el deber enfría sus más turbios deseos..."

Uso el texto de promoción que lleva el tercer volumen en su contraportada para que os hagáis una idea de qué va. Ya que en su día  los de la editorial se molestaron en hacer un resumen de la historia, qué mejor que aprovecharse de la idea. En realidad este cómic (hablo de él de una forma unitaria, pero recuerdo que son 3 volúmenes), no destaca en nada en especial (excepto por la fuerza de la historia que cuenta), aunque he de reconocer que está hecho con buen oficio y mejor gusto y que, como cualquier adaptación inter-medio, siempre hay carencias y debilidades, quedándose detalles y sutilezas por el camino. Y es que en cualquier adaptación, se produce lo que algunos expertos llaman "transfert narrativo" pues siempre hay una "migración de motivos narrativos" que afecta de forma rotunda a la obra. Y éste no iba a ser una excepción, ya que el cómic está basado en el libro del mismo título escrito por Juan Eslava Galán y que ganó el famosísimo Premio Planeta en 1987. El título de cada uno de los 3 volúmenes del cómic, publicado entre 1997 y 1999 son:

- La herida y el bálsamo.
- Los herreros blancos.
- Finis Africae.

Son de la época en la que las transacciones comerciales se realizaban en pesetas y hoy día están completamente descatalogados y es imposible encontrarlos a no ser que se recurra al mercado de segunda mano. Algún día hablaré un poco de mi experiencia en estos casos, porque la compra de cómics tiene también sus pequeños secretos.

Bien, vamos por partes y vamos a hablar del cómic, que ya va tocando.

El dibujo está a cargo de una inspirada y casi primeriza Ana Miralles, que aún guarda ciertas influencias del dibujante italiano Milo Manara (sobre todo la portada del volumen 1). Es un dibujo de estilo realista aunque sin entrar en detalles, usando la linea clara y elegante para el contorno de las figuras y dándoles color (quizá la paleta de colores escogida no sea la más adecuada) mediante el uso del pincel con las acuarelas. Para mí resulta una combinación muy atractiva, aunque no sé hasta que punto es un tipo de dibujo apropiado para la historia, pero bueno, el caso es que más o menos cumple su función a la perfección. Y como suelo tener especial querencia por cómics de tipo histórico que representen de forma más o menos documentada la arquitectura, costumbres y en general el entorno en que se desarrolla la historia, pues creo que en eso la autora cumple con creces.

En cuanto al guión, pues lo ya comentado. Tiene ciertas carencias propias de adaptar una novela en toda su extensión a un cómic de únicamente 3 volúmenes de 48 páginas cada uno. Tengo la impresión de que la idea inicial de los autores era desarrollar la historia en 5 o más, pero que por motivos editoriales (imagino que las bajas ventas) les obligaron a recortar el espacio disponible. Y es que el mundo del cómic comparte una de sus miserias con la de las series de TV: si tiene exito, puede alargarse la historia lo que haga falta; pero si no se tiene, hay que acortarla para ir atando cabos lo mejor posible. Y a veces, ha de hacerse de forma tan apresurada, que el conjunto se resiente. Es en el tercer volumen donde se notan estas prisas por acabar: si en el primer y segundo tomo la historia se desarrolla pausadamente, poco a poco, en el tercero empiezan a aparecer los textos de apoyo para acelerar la narración y las diferentes etapas de la expedición de Juan de Olid van sucediéndose una tras otra sin apenas descanso. Y lo que es peor: a veces las prisas traen errores: si hasta este momento la historia fluía linealmente hacia adelante, en el sentido de que la expedición avanza a la par que nuestra lectura; por alguna razón los autores deciden introducir en la página 22 del tercer volúmen, cuando se llega al climax principal de la historia, un elemento nuevo, y lo hacen de forma tal, que producen confusión al lector, que no se da cuenta del nuevo entorno narrativo hasta varias páginas más tarde. Y es que de repente la historia pierde esa linealidad temporal para convertirse, sin razón aparente, en contada a la manera de flashbacks narrativos, para luego, unas páginas más adelante, volver a recuperar su linealidad original.

Uno se podría preguntar que cómo es que un cómic del cual apenas he dicho nada bueno, pueda referenciarlo aquí como "Cómics que me gustan", pero es que la historia tiene una fuerza tal que me atrajo desde un primer momento. De hecho, si el tercer volumen me lo compré justo antes de venir a Madrid, el libro en el cual está basado el cómic fue el primer y único préstamo que hasta ahora he hecho como lector usuario de las Bibliotecas Municipales de Madrid, apenas unos meses despues de dicha compra. No me acuerdo de la lectura del libro en detalles, pues de aquello han pasado ya 10 años, o de si el cómic le es fiel o no, pero lo que sí recuerdo es que en el cómic se perdían algunos matices que sí existían en el libro.

- La fuerza del amor dejado atrás y la esperanza de su recuperación como fuerza motora e impulsora vital. En un momento del viaje Juan de Olid ha de dejar a la persona que ama, con la promesa de volver a encontrarse. Esta promesa, y el recuerdo de su amor, le dan la fuerza que necesita para llevar a cabo la empresa que se le ha encomendado. Casi al final, cuando Juan realiza el camino de vuelta, descubre no sólo que ella le esperó durante un tiempo y que terminó casándose con otro iniciando una nueva vida, sino que poco tiempo despues de su marcha ella moría durante un parto. Juan se da cuenta de que en realidad, su amor fue un sueño con triste final: es un amor perdido no una vez, sino varias veces, lo que es aún más terrible. Como perdido fue tambien el tiempo que el pasó pensando en ella, y las cosas que dejo atrás con la esperanza de volver a tenerla.

- El discurrir del tiempo. La expedición se alarga demasiado en el tiempo y en el cómic no se es consciente de ello hasta bien entrado el tercer volumen, donde se nos habla, en un momento concreto, de que los expedicionarios han partido 17 años atrás. El lector es consciente de que el tiempo pasa, evidentemente, pero no hay elementos que ayuden a comprender la dimensión real de la aventura. Sobre todo porque a la vuelta, hay que comprender la verdadera y terrible realidad con la que se encuentra el protagonista: todo ha cambiado, nada es igual y a él, ya no le espera nada ni nadie. Y lo que es peor: a lo largo de los veintitantos años que dura su misión, ha dejado atrás infinitas posibilidades de ser feliz, innumerables paraísos perdidos que ya nunca recuperará; oportunidades que va perdiendo en pos de una misión que se le ha encomendado y que él llevará a su fin, hasta las últimas consecuencias.

- El deterioro físico y psicológico del protagonista. Aunque en el cómic vamos viendo este desgaste físico y cómo afectan el paso del tiempo y las terribles penalidades que sufre Juan de Olid, éste al final sigue teniendo un aspecto más o menos lozano. Sin embargo, en la novela se dan algunos párrafos que nos indican claramente esta transformación física de forma muy directa:

Y en estas ensoñaciones se me entraba la noche y arreciaba el frío y yo levantaba mis punidas carnes del suelo y quedaba sentado y miraba por mis manos llenas de pellejos y asperezas y cicatrices y mesaba mis barbas ásperas y ya grises y blancas y mi cabeza que se iba despoblando de cabellos y mi boca que se iba deshabitando de dientes. Y me palpaba los brazos y las piernas, menos fuertes que antes, y temía que el país de los negros fuera la tumba de mis sueños y el enterramiento de mi juventud, que ya lo estaba siendo. Y con esto, sin perder mis esperanzas, mas temeroso del incierto mañana, me ponía en pie y me iba volviendo despacio a donde las chozas estaban.


Y mascábamos malamente algunas yerbas y frutos y raíces que ya sabíamos distinguir. Y con las privaciones y quebrantos otra vez íbamos enflaqueciendo y perdiendo de nuestras carnes. Y en estos días anduve aquejado de un mal del que se me movieron los dientes que me quedaban, que eran pocos y podridos y enfermos, con lo que a los pocos días los acabé de perder.
Ese deterioro no sólo es aplicable a la persona del protagonista, sino al grupo en general, que compone la expedición: durante el viaje numerosas son las bajas producidas bien por las batallas en las que deben actúar como mercenarios para seguir con la misión inicial encomendada, bien por las penalidades del viaje en forma de hambre o enfermedades, e incluso también por la deserción de alguno de sus miembros. También habrá casos de miembros que dejan el grupo por voluntad propia y con la aceptación de su capitán al quedarse sin funciones dentro de la expedición. Tanto unos (desertores) como otros (bajas voluntarias), nos enteraremos después, han logrado la prosperidad que, tantas veces, Juan de Olid dejó pasar por delante de él, por culpa de su honor y de la palabra dada. De Castilla salió un gran grupo de hombres jóvenes, fuertes y valerosos, en olor de multitudes, rodeado de lujos y vítores, y vuelve, más de veinte años después, un hombre solo, mutilado y olvidado por todos.

La verdad es que la historia tiene una serie de elementos que provocan que cada vez que leo el cómic se me quede mal cuerpo: sobre todo porque el final es terrible y la soledad completa.

- Juan deja atrás su vida casi regalada siendo la persona de confianza y criado del Condestable de Castilla, para convertirse en un mutilado que se queda solo en un mundo que ya no es el suyo. Y todo por el capricho de un rey que le manda a buscar un cuerno de unicornio para curar su impotencia; rey que, además, muere poco tiempo después de la marcha de la expedición, lo que le otorga a toda la empresa un nuevo barniz de inutilidad y absurdez: la de batallas que libraron bajo el grito de "por Enrique, por Castilla". Esta forma que tiene el poderoso de jugar con la vida de sus vasallos es un tema que me pone especialmente de mala leche, y que es algo que también está presente en la película "Largo domingo de noviazgo" o en otros cómics como "Puta guerra" y "Guerra de trincheras", ambas obras de Tardi que tratan de la Primera Guerra Mundial (al igual que la peli de Jeunet). Imagino que los ejemplos son muchos, y aquí no es lugar de hacer un recorrido completo por ellos.

-  A uno le queda la idea de que siendo honrado y cumpliendo con lo prometido no se prospera en la vida. Y es que eso le pasa a Juan de Olid durante toda la historia. Muchos de los que se fueron quedando por el camino, fueron buscando y encontrando  la fortuna, desde grandes amigos suyos a sus mas temibles enemigos.

- La hazaña me recuerda a otras dos aventuras similares en donde se exploran territorios por descubrir, y de hecho tiene semejanzas con ambas. Una de ellas la conocen todos, el descubrimiento de América por Cristóbal Colón (de hecho en un momento dado Juan se cruza con el almirante). La otra historia con la que comparte elementos (Juan pasa por Tombuctú) es otra menos conocida y es la conquista en 1591 del gran imperio Songhay en Mali, cuya capital esta en Tombuctú precisamente, por parte de un ilustre paisano (de Fondo de Bikini) y antecesor mio, un morisco llamado Yuder Pachá, y cuya gran y espectacular gesta, desconocida por casi todos en España, debería pasar a la historia. Sobre este tema ya preparé algún post, porque la verdad es que es muy interesante: hay que tener en cuenta que fueron los primeros occidentales que cruzaron el Sahara con armas de fuego y, aún hoy, en aquellas lejanas tierras, hay descendientes nuestros que hablan una jerga parecida a la nuestra.

En fin, que fueron muchos los elementos de la historia que me resultaron muy interesantes y, años después de leer el libro y el cómic, en un viaje que realicé por motivos laborales a Barcelona, encontré en una librería de segunda mano el libro, que es la edición que siempre he visto de la novela, y me hice con ella. No es un libro relativamente difícil de encontrar, pero tengo la impresión de que cuando ganó el Premio Planeta, éste no tenía la repercusión que tiene hoy día, o por lo menos la novela pasó algo más desapercibida que otras que han recibido dicho galardón. Yo desde luego recomiendo su lectura.
El recorrido completo de la expedición que busca el unicornio según una ilustración del cómic