La verdad es que en la cocina suelo ir buscando siempre nuevos productos y nuevas recetas para que, dentro de mi limitadísima experiencia, yo pueda experimentar a ver si me salen bien las cosas conforme uno va aprendiendo nuevas técnicas y amplía sus horizontes. Más de una vez se me ha metido en la cabeza probar recetas exóticas a ver si me salen bien y suele pasar que cuando las hago, y he visto que he conseguido lo que quería, pues me olvido de ellas.
También me gusta sumergirme en las tiendas de productos no habituales en nuestra gastronomía, como las tiendas de alimentación para árabes, donde entras en un mundo totalmente diferente de sabores y olores, ya que las especias y las hierbas aromáticas predominan sobre todo lo demás.
También son interesantes las tiendas de alimentación especializadas en productos chinos, los cuales me dan un poco más de reparo pues la comida asiática no es un tema en el que yo esté puesto, y aunque tambien tienen unos sabores y olores muy especiales, no me son tan conocidos y por lo tanto soy un poco mas rehacio a usarlos. No es por nada, es simple desconocimiento sobre cómo prepararlos y cómo comerlos. Imagino que con el tiempo este punto se solucionará, sin lugar a dudas.
En este sentido, vivir en Madrid es un lujo, pues tienes de todo a mano. Algo bueno debe tener vivir en una ciudad de mierda como ésta, digo yo.
Pues en ésas estábamos cuando, en algún momento, escuché oir de un producto llamado panko. El panko es una especie de alternativa (y qué alternativa) para los rebozados de pan rallado de toda la vida que se hacen por aquí. Según he leído por internet es un producto japonés, compuesto de pequeñas migas de pan secas o deshidratadas que le otorgan al rebozado un sabor diferente y mucho más crujiente, y sobre todo: más ligero. Su apariencia es la de pequeñas escamas o migas de pan seco, que me recuerdan a la textura de algunos purés de patata de los que venden en sobres.
La forma de hacer este rebozado es la misma que con el pan rallado tradicional: primero se sumerge la pieza en huevo batido y luego se la pasa por el panko, hasta que quede completamente cubierta. Yo lo hago dos veces: paso por huevo, panko, vuelvo a pasar por huevo, y de nuevo por panko. Luego se fríe en abundante aceite caliente y a disfrutar.
Por lo que parece, en la cocina asiática se usa sobre todo para mariscos y pescados, pero yo lo utilizo para rebozar pechugas de pollo para hacer ensalada césar (un día daré la receta de esta exquisita ensalada) o para hacer crujientes y jugosísimos nuggets de pollo, que tanto le gustan ahora a la pequeña Calamarda. Porque el panko es ideal para carnes tiernas, por lo que no creo que sea buena idea rebozar filetes de cerdo o de ternera, pues son carnes más duras donde no se va a disfrutar del todo la consistencia que le otorga el panko al rebozado. O por lo menos esa es mi impresión.
Desde luego, en mi casa los rebozados de pollo a partir de ahora se harán con este pan seco japonés, sin ninguna duda. Eso sí, hay que ser conscientes de que es un producto bastante más caro que el simple pan rallado que se vende habitualmente, y además no es algo fácil de encontrar.
Pero es lo que hay.
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